El día 6 de Octubre ha iniciado el Sínodo de los «obispos» sobre el tema «Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización«. Se supone, oficialmente, que se trata de un evento del auténtico magisterio católico que comunique al mundo, y a los mismos católicos, enseñanza segura para quienes, llamados al estado de vida matrimonial alcancen, con el auxilio de la gracia sacramental y de las gracias actuales, la bienaventuranza por el mérito en la vida militante y, llegados al final de la vida, la visión beatífica de Dios en el cielo.
Digo «se supone»; y, lamentablemente, no puedo decir que «será sin duda». En el estado actual de la Iglesia observaciones, sobran. Desde luego ¿Es este un Sínodo de la Iglesia Católica? La respuesta es, no. ¿Por qué? Ya hemos explicado, en entradas anteriores, que el problema actual en la Iglesia es la defección de la autoridad o, mejor, la privación de la autoridad en la Iglesia, puesto que los ocupantes de la Sede de Pedro y los ocupantes de las sedes apostólicas en unión con el primero, al menos a partir de la clausura del Concilio Vaticano II (CVII), carecen de la autoridad de Cristo y de la asistencia infalible del Espíritu Santo, debido a que enseñan falsa doctrina, falso culto, falsos sacramentos y falsa disciplina, en contradicción con la infalible e irreformable enseñanza católica anterior al CVII (Cfr. D. Sanborn, «De Papatu Materiale», 1994; Sodalitium N. 13 – Mayo 1987, «Entrevista a Mons. Guérard Des Lauriers»). Por lo tanto, cualquier acto oficiado por la jerarquía actual, careciendo de la autoridad de Cristo, es nulo y no vinculante en orden a la santificación y salvación; naturalmente que, hasta en medio de la contaminación, algo puro puede difundirse, coherente con la enseñanza católica – la devastación no ha llegado aún a la destrucción total.
Se dice que el Sínodo tratará de «Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la nueva evangelización«, y en su relación introductoria de los trabajos, el cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo ha dicho: «Es la Iglesia…misionera en las calles del mundo…que anuncia y profesa la fe en Jesucristo…» Bueno, el caso es que, a partir del CVII, la iglesia del Novus Ordo renunció a todo tipo de evangelización, ya sea tradicional o nueva, y a toda actividad misionera, propia de la Iglesia militante. La iglesia del N.O. ya no evangeliza, al menos en sentido católico, que es el sentido paulino: «…si nosotros o un ángel del cielo os anunciare otro Evangelio del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo decimos otra vez: Si alguno os anunciare otro Evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Porque, ¿persuado yo ahora a hombres o a Dios? ¿O busco agradar a los hombres? Cierto, que si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo. Mas os hago saber, hermanos, que el Evangelio que ha sido anunciado por mí, no es según hombre; ni yo lo recibí, ni aprendí de hombre, sino por revelación de Jesús, el Cristo» (Ga 1, 8-12). ni tampoco realiza misión. La razón está, por supuesto, en la falsa doctrina del CVII, principalmente contenida en el Decreto sobre el Ecumenismo «Unitatis Redintegratio», en la Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas «Nostrae Aetate», y en la Declaración sobre la libertad religiosa «Dignitatis Humanae»: todos, estos, documentos que niegan la necesidad del hombre de aceptar, creer y profesar las verdades reveladas por «Dios, [que] habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros tiempos nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó por heredero de todo, por el cual asimismo hizo los siglos; el cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó a la diestra de la majestad en las alturas» (Hb 1, 1-3), perteneciendo, con necesidad de medio para su santificación y salvación, a la única Iglesia fundada por Jesucristo (no por simples hombres) sobre Pedro a quien, y sólo a quien, dijo «mas yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti daré las llaves del Reino de los cielos; que todo lo que ligares en la tierra será ligado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos» (Mt 16, 18-19); la Iglesia Ecuménica del CVII, en posición de contradicción con la doctrina católica enseña que el hombre puede santificarse y salvarse en cualquier religión inventada por el hombre; luego no es necesario evangelizar ni misionar, nadie necesita ser convertido ni atraído a la Fe; basta que cada cual siga su libertad y su libre humana conciencia, aunque permanezca y viva en el error.
Tampoco es un Sínodo católico desde el punto de vista institucional de la Iglesia. La Constitución dogmática Lumen Gentium del CVII (especialmente LG 3,22), en contradicción con las promesas concedidas a Pedro,y sólo a Pedro, por el divino fundador de la Iglesia, y en contradicción con la unánime enseñanza de los Santos Padres y con múltiples declaraciones de Papas pre-concilio vaticano II, ha proclamado el error de la «colegialidad» en el gobierno de la Iglesia. Como testimonio de esta falsa doctrina emanada del CVII, Bergoglio, al tomar posesión pública de la Santa Sede, se ha presentado como «el obispo de Roma«, no como el Papa, Vicario de Cristo, Pastor Supremo de la Iglesia; lo cual ha confirmado con sus actos sucesivos en un blando estilo de «acompañamiento inter pares», pero renunciando al ejercicio de la autoridad. En la apertura del sínodo, el cardenal Baldisseri, consciente del actual democratismo popular en el gobierno de la Iglesia, ha confirmado en varias partes este error afirmando por ej., «[Pablo VI] marca un momento relevante de la colegialidad y sinodalidad [de la Iglesia]«; «Francisco, Cabeza del Colegio Episcopal»; «El Santo Padre…manifestaba su voluntad de promover la colegialidad…en la Iglesia»; «Qué es la colegialidad sino una comunión…una fraternidad [de librepensadores iluministas, al parecer]«, y «…aquí reunidos con el Obispo de Roma [es decir, un presidente entre iguales. n.d.a]…» Como podemos apreciar, todo lo anterior, que declara el error del democratismo popular al modo de cualquier gobierno de cualquier sociedad civil, contradice la divina institución de la Iglesia por Cristo, Cuerpo Místico del mismo Cristo (no sociedad civil) cuya constitución es Jerárquica y Monárquica (el gobierno de uno solo); claro, total la Iglesia ahora es definida con el término rahneriano «el pueblo de Dios»: de nuevo escuchamos a nuestro «cardenal» diciendo «…se escuchó al pueblo de Dios [sin especificar el pueblo de qué indefinido Dios; ¿del Dios Uno y Trino, quizá? ¿o del dios de la concepción gnóstico-panteística-hegeliana? ¿o de algún dios esotérico-emanacionista? No lo sabemos. n.d.a] en su variedad de Obispos, presbíteros, diáconos y fieles laicos [es decir, el consabido igualitarismo populista, somos todos iguales. n.d.a]«.
Por otro lado, fiel a esta nueva iglesia ecuménica, no podían no ser invitados, a los trabajos, algunos «socios» que, en lenguaje del CVII «subsisten», junto a la Iglesia católica y a manera de miembros, en la nueva e imaginada «Iglesia de Cristo» [la cual, desde 1965, ya no es sólo la Iglesia Católica]. Dice el cardenal Baldisseri: «Dirijo un saludo especial a los 8 Delegados fraternos [al modo de 1789. n.d.a], representantes de iglesias y comunidades eclesiales [fundadas por simples hombres. n.d.a], que comparten con los católicos el compromiso de trabajar…»
Bueno, a juzgar por otras expresiones introductorias y de rico «humanismo» como «Esta amplia libertad de expresión», «en la libertad crece la comunión fraterna» [aquí sólo faltó la igualdad para completar la trinidad humanístico-iluminista anti católica de 1789], «Unidos en las diferencias…unirse en las diferencias…» [nótese que no se refiere a las diferentes expresiones de la una y misma Fe católica, como siempre ha sido; no, se refiere a la unidad en las diferencias doctrinales, morales, litúrgicas y teológicas, incluso en oposición de contradicción entres sí; tal vez de allí brotará la síntesis dialéctica hegeliana. n.d.a.]. Siendo así las cosas, tendremos que esperar el documento final oficial al término de esta democrática asamblea ecuménico-naturalista para ponderar su resultado; en todo caso esperaremos el «fatum quod nobis manet».
"Ora pro nobis Sancta Dei Genetrix ut digni efficiamur promissionibus Christi"