La Jerarquía del «Novus Ordo» ¿Ha perdido la Autoridad?

Berríos-Ezzati     

     Recientemente, un sacerdote chileno, Felipe Berríos, desde el interior de la organización modernista que comúnmente es llamada «Novus Ordo» y que, desde el Concilio Vaticano II, ocupa las dependencias de la Iglesia Católica y habla en su nombre, ha declarado en Radio Cooperativa que el arzobispo De Santiago «ha perdido autoridad»; y lo dice a propósito de los abusos sexuales de clérigos chilenos contra niños. 


     A este respecto hay que decir, en primer lugar, que toda autoridad viene De Dios (Rm 13,1, no de abajo (pueblo) y, en el caso de la Iglesia, la Autoridad viene directamente de Cristo al Papa (y sólo a él) y a los Obispos por medio del Papa; además, el objeto de toda autoridad es el bien común de los súbditos.

     Dicho lo anterior, ¿qué hay de la autoridad en la Iglesia actualmente? El pecado personal de los malos miembros de la Iglesia no necesariamente conlleva la pérdida de la autoridad o del oficio. En la historia de la Iglesia hubieron muchísimos clérigos que escandalizaron con muchísimas conductas inmorales, pero permanecieron fieles a la Fe católica y al oficio. 


     El problema de la autoridad en la Iglesia hoy es de otro orden y de una importancia muchísimo mayor; en efecto, hay que decir directamente que la Iglesia se encuentra en estado de privación de la Autoridad, al menos desde el 8 de diciembre de 1965, fecha de promulgación de los documentos del Concilio Vaticano II por Pablo VI. Y sí, ninguno de los «papas», con seguridad desde esa fecha, han podido recibir de Cristo la autoridad para gobernar la Iglesia en Su Nombre, debido a la falta de intención, demostrada externamente de manera habitual y objetiva, por parte de ellos para recibirla. 


    En primer lugar, ni la desean, ya que todos ellos estimaron y estiman que el Papado es un obstáculo para llevar adelante su programa estrella, el Ecumenismo; en segundo lugar, porque han puesto y ponen un obstáculo real para recibirla, toda vez que no tienen la intención de realizar el bien y el fin de la Iglesia, que es la Gloria de Dios con el Santo Sacrificio (que para ellos es una Cena protestante) y la salvación de las almas mediante la enseñanza de la doctrina católica y la condena del error y la herejía, la santificación de los fieles por medio de los Sacramentos (en este momento no hay ninguno de ellos válidos, excepto el bautismo) y la disciplina. Nada de esto ocurre con los «papas» conciliares; a nadie se le oculta que el bien y el fin de ellos es otro, pertenece a otra iglesia y a otra religión; de hecho, impulsan las reformas del Vaticano II; sólo para nombrar algunas de las herejías: El Ecumenismo, la Eclesiología del «subsistit in», libertad religiosa, la colegialidad en el gobierno de la Iglesia, etc. 


     De modo que los católicos estamos actualmente privados de Autoridad, reducidos a un puñado de obispos, sacerdotes y fieles que resisten; la Iglesia misma se encuentra reducida sólo a la Missio (la Misa «non una cum») y la santificación de los fieles) y a la sola materialidad de la sucesión apostólica en las Sedes (sólo con facultad legal de elección, pero sin jurisdicción ni infalibilidad en acto). 


     Así que, la supuesta falta de autoridad, imputada por Berríos a Ezzati, no se deriva sólo de supuestas faltas morales, sino, sobre todo y esencialmente, de estar en comunión con Bergoglio (como toda la jerarquía) que no posee la Autoridad de Cristo y persigue un bien y un fin opuesto al de la Iglesia Católica, única y verdadera Iglesia de Cristo.


“Christus Vincit, Christus Regnat, Christus Imperat!”

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Crisis en la Iglesia Católica: ¿Dónde buscar?

     El día 02 de agosto el canal de televisión CNN Chile transmitió una entrevista realizada por tomas Mosciati a Marcial Sánchez, presentado como experto en temas de la Iglesia, a propósito de la crisis que vive la jerarquía chilena a raíz de los casos de abusos a menores por clérigos chilenos.

     La entrevista es buena; las respuestas, insuficientes, especialmente en el tratamiento de la Fe y de la crisis en la Iglesia católica. De hecho, la Iglesia no es una especie de ONG, que se define por el sólo objetivo de la acción social para mejorar las condiciones de vida de la humanidad. La misión de la Iglesia es la Gloria de Dios, la santificación y la salvación del hombre, básicamente Mt 28, 18ss. Pero, además, el objeto de la misma Fe no corresponde a la facultad volitiva (la acción), sino del intelecto, porque el objeto de la Fe son verdades a las que hay que asentir. De hecho, el objeto de la Fe está definido por el Concilio Vaticano de 1870: “Hay que creer con fe divina y católica todo lo que se contiene en la palabra De Dios escrita o transmitida por la tradición y que la Iglesia, por definición solemne o por su magisterio ordinario y universal, propone como divinamente revelado” (D 1792).


No me extiendo más sobre esto, pues paso a tratar la crisis. Coincido con el entrevistado en que la pregunta por la pérdida de la fe en la jerarquía, que tiene el cáncer por dentro, desde arriba, es excelente. Pero veamos más de cerca.


La Iglesia, sociedad sobrenatural, está divinamente fundada por Cristo sobre la solemne profesión de Fe de Pedro (Mt 16, 15-19) revelada por Dios; así, la Iglesia, fundada sobre la Verdad divina, inmutable, es también inmutable y no puede cambiar substancialmente. La misma Fe será profesada por los sucesores de Pedro hasta el fin de los siglos. Luego, los católicos nos preguntamos ¿Hay continuidad e inmutabilidad de la Fe de la Iglesia antes y después del Concilio Vaticano II? La respuesta es No; y es la causa de la crisis. Es decir, los papas post conciliares y la jerarquía unida a ellos ya no profesan la Fe católica. El Concilio inauguró una nueva religión y una nueva iglesia. Por ejemplo, algunas herejías entre tantas (proposiciones anteriormente ya condenadas infaliblemente por la Iglesia) son:

1. La primera herejía del Vaticano II: El ecumenismo (cf. Unitatis Redintegratio Nº 3); en efecto, el concilio declara que HAY salvación fuera de la Iglesia Católica y que las religiones no católicas otorgan la salvación a sus seguidores. La Iglesia, en cambio, enseña como dogma de Fe definida que fuera de la Iglesia católica NO HAY salvación.
2. La segunda herejía del Vaticano II: La libertad religiosa (cf. Dignitatis Humanae Nº 2); la Iglesia Católica, profesando ser la única, verdadera Iglesia fundada por Jesucristo, condena la idea de que todas las religiones tienen la misma libertad y los mismos derechos, y enseña que el hombre, por estricto deber, está obligado a pensar correctamente sobre Dios y la religión. La doctrina de la libertad religiosa enseñada por el Vaticano II es una herejía solemnemente condenada por Papa Pío IX.
3. La tercera herejía del Vaticano II: La nueva eclesiología, contenida en Lumen Gentium. La Iglesia Católica enseña que la Iglesia Católica, y sólo ella, es la verdadera Iglesia de Cristo; luego, toda entidad fuera de ella es una falsa religión. El Concilio Vaticano II alteró esta doctrina con la finalidad ecuménica de incluir otras denominaciones “cristianas” en la Iglesia de Cristo, y dice que la Iglesia Católica No Es la Iglesia de Cristo, aplicando la fórmula “subsist in”, en vez de “ES”; y dice que la Iglesia de Cristo “subsiste en” la Iglesia Católica, pero “no es” la Iglesia de Cristo. Es decir, la Iglesia de Cristo puede también “subsistir” en otras denominaciones, más allá de los límites de la Iglesia Católica.
4. La cuarta herejía del Vaticano II: La Colegialidad, contenida también den Lumen Gentium. Declara que el sujeto del poder supremo en la Iglesia es el Colegio de Obispos. Es una herejía; la Iglesia enseña que es el Romano Pontífice la Cabeza de la Iglesia Católica, proposición definida por el Concilio de Florencia (6-7-1439)

Hasta aquí lo concerniente a la raíz de la crisis en la Iglesia, es suficiente, cabe hacer notar que otro tanto queda por decir con relación a la liturgia, especialmente la Misa, y a la disciplina (el nuevo Código de Derecho Canónico): La raíz de la crisis es la defección total de la Fe Católica “desde arriba”, es decir, la apostasía de la jerarquía sobre la base del Concilio Vaticano II.


“Christus Vincit, Christus Regnat, Christus Imperat!”